Modelos formativos en educación artística:
Imaginando nuevas presencias para las artes en educación
Imaginando nuevas presencias para las artes en educación
Imanol Aguirre Arriaga. Universidad Pública de Navarra.
Bogotá julio de 2006
Resulta difícil, hablar de modelos formativos en educación artística, sin caer en el riesgo de generalizar demasiado y de presentar, como universales, orientaciones formativas surgidas de condiciones socioculturales, económicas y pedagógicas particulares. Sabedor de esta dificultad y de las limitaciones que impone, creo, sin embargo, que merece la pena tratar de introducir cierto orden y tomar conciencia de los fundamentos pedagógicos, estéticos y culturales que residen tras las habituales inercias de nuestra práctica como educadores. Este es el motivo de la reflexión que propongo, ordenar las ideas para que cada cual se sitúe de manera más consciente en el papel que quiere adoptar en educación artística. Es necesario que sea así, porque creo que detectar las fuentes epistemológicas y analizar las consecuencias de nuestras prácticas son la mejor manera de aprender a ser críticos con lo que hacemos y mejorar en consecuencia nuestra acción docente.
Doy por sentado que en este foro se va a tratar menos de la formación de artistas, que de la educación artística como ámbito de formación y adquisición de competencias sensibles y estéticas para todos los ciudadanos. Por ello, no trataré ahora de profundizar en las características de estos primeros modelos, sino más bien de presentarlos y utilizarlos como trampolín para suscitar el debate sobre las derivas que podría adoptar la educación artística en la actualidad. Es por ello y por la brevedad que impone el acto, que he tratado de encorsetar todas las propuestas en un orden similar de presentación, describiendo sus fundamentos estéticos y epistemológicos, sus objetivos formativos, las estrategias metodológicas más comunes y su vigencia o actualidad. Sé que este esquematismo en la presentación, puede resultar demasiado rígido en algunos casos, pero he creído que esta falta de flexibilidad queda compensada por las facilidades que nos brinda para la comparación y con ello para la fluidez o concreción del debate. Espero que la decisión de hacerlo así haya sido acertada.
Por tanto, más allá de las peculiaridades locales o subjetivas de la puesta en práctica de cada uno de los enfoques que voy a describir, en la tradición más arraigada de la educación artística podríamos distinguir la presencia de tres grandes modelos generales que han configurado y configuran, todavía hoy, muchos sistemas educativos:
- El primero de ellos, centrado en el valor del objeto artístico y en la instrucción de los educandos. Modelo Logocentrista.
- El segundo, centrado en el sujeto creador y en el poder del arte como manifestación de la expresión del ser interior. Modelo Expresionista.
- El tercero, que al amparo de la comparación con la lengua devuelve la mirada al objeto artístico, aunque se fija especialmente en aquellos aspectos que visualmente lo hacen relevante. Modelo Filolingüísta.
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